domingo, 7 de septiembre de 2008

De Lacrima

Los artistas somos fieros, no lloramos...
Beethoven
No soporto ver llorar a una mujer. En serio, no puedo soportarlo, aunque Camilo José Cela haya escrito que “¡La mujer que no llora es como la fuente que no mana, que para nada sirve, o como el ave del cielo que no canta!”.
Cuando era todavía un niño, leí en una página de Heine: “¡Cuánta poesía encierra una lágrima humana!”, y, amén de sorprendido, quedé profundamente emocionado al descubrir que una secreción acuosa pudiera ser tan bella. Me aficioné a llorar por cualquier cosa, sabiendo que era una actividad tan noble y estética como escribir versos. Después, leyendo a Unamuno, encontré aquel fragmento en Del sentimiento trágico de la vida donde afirma que hay que saber llorar y Don Miguel llega a asegurar que ésta es la Sabiduría Suprema. Me esforcé, a partir de ese día, en mi lagrimeo cotidiano, pues practicando diario no sólo creaba Poesía, sino que acrecentaba mi saber, acercándome a la Suprema Sabiduría.
Hubiera seguido con tan virtuosa práctica si no es que mi padre, en un día de prolija actividad lacrimal, me advirtió severo: “Juan, los hombres no lloran”, y caí en la cuenta de que era un privilegio femenino el producir lágrimas. No sólo ellas eran las únicas capaces, por un capricho biológico, de parir hijos sino que, además, por un absurdo social, solamente ellas podían llorar.
Ayer, después de clases, vi a Cristina sentada en el barandal y con la cara entre las manos. Me acerqué y descubrí que estaba llorando. La tomé del tobillo y, levantando su pierna, la arrojé al vacío, y es que no soporto ver llorar a una mujer. En serio, no puedo soportarlo...

1 comentario:

Dámaso Pérez dijo...

Leyendo esta entrada entendí que lloraste leyendo el (diario) Unomasuno, como eso no me hizo sentido volví a leer y vi que decía Unamuno... Esas confunción me parece que la propició la letra tan chiquita.

saludos, y por favor, más fotos y más escritos.