lunes, 13 de abril de 2009

Andrómeda en la ciudad de México
Anoche, mi tierna Andrómeda,
Te besé interminablemente
Mientras temblabas desnuda,
Bajo la sutil sonrisa de la Luna
Y la complicidad del silencio
(Roto por nosotros solos),
Encadenada por mis caricias
A las duras cumbres yermas
De acero y concreto.
Anoche, mi cósmica Andrómeda,
Tomé entre mis manos irreverentes
Las bóvedas celestes
De tus senos suaves,
Donde se levantaban airosos
Pezones turgentes
Que desafiaban, por igual,
A mis besos,
La ciudad y las estrellas,
Paradójicamente erectos
Por el frío de la noche
Y el calor del deseo.
Fuiste anoche,
Mi dulce Andrómeda:
Doncella devorada
Y devoradora
De dragones,
Sueños
Y constelaciones.